¿Qué creían los griegos del amor? | El Banquete - Platón

No sé si lo recuerdan, pero hace un par de meses les dije que quería crear contenido distinto, y es por eso que me voy a animar a escribir sobre distintos clásicos.

Los primeros días de mayo leí El Banquete de Platón y me gustó tanto que quise compartir con ustedes de qué se trata el libro y mi opinión. Esto no es una reseña, simplemente mis pensamientos después de haber leído la obra.

El Banquete -o El simposio- es un diálogo que escribe Platón sobre el amor. No son diálogos en el sentido más estricto de la palabra. Son discursos que hacen distintas personalidades que se reunieron en casa de Agatón -el poeta trágico-. Todos dan su opinión sobre el amor y Eros.

Eros era el dios griego de la atracción sexual, el amor y el sexo, por lo que cuando hablaban de él no se referían al amor paternal o filial entre padres e hijos, para eso los griegos tenían la palabra philía, sino a un amor arrollador, de enamorados, de deseo.

Estos comensales empiezan a dar sus opiniones y todos difieren y tienen cosas distintas para decir. Fedro lo concibe como un Dios supremo, el creador de todo y causante de las acciones buenas y de las virtudes. Podemos enlazar esta opinión con el concepto griego de areté.

Le siguen Pausanias y Erixímaco. Este último es médico, y como médico que es aborda el tema desde un punta de vista más naturalista. Para él, el amor está no solo en el alma de los hombres, sino en todos los seres.

Y ahora llegamos a mi discurso favorito: el de Aristófanes. Breve lección de historia para aquellos que no lo conozcan. Aristófanes fue un griego exponente de las comedias. Escribió muchas, pero en la actualidad solo conocemos once, entre ellas Lisístrata, mi comedia favorita.

Volviendo al discurso, Aristófanes quiere explicar el impulso erótico que sienten los hombres. Para él, todo reside en el castigo que Zeus les aplicó a todos los seres.

Estos seres originales tenían una especie de forma esférica: tenían cuatro piernas, cuatro brazos, dos rostros, dos corazones. Eran tan poderosos y soberbios que pretendieron atacar a los dioses. Como Zeus no podía matarlos -si los mataba nadie les haría ofrendas a los dioses-, decidió castigarlos partiéndolos en dos, condenándolos a pasarse toda su vida buscando a su media mitad. Y es por eso que buscamos y anhelamos con tanta vehemencia fundirnos en un solo ser con la persona que amamos, porque de cierta forma estamos buscando volver a nuestra naturaleza perdida: la de un ser completo.

Si llevamos esto a la actualidad, podemos compararlo con el tan popular concepto de "almas gemelas" o "hilo rojo".

Le sigue Agatón, con un discurso bonito, pero bastante superficial. Y luego tenemos a Sócrates -el maestro de Platón-. Para Sócrates, todo eros representa un anhelo de algo que no se posee y que se desea poseer. Un ejemplo, si Eros aspira a la belleza, es porque está desprovisto de ella. Luego explica la funcionalidad de Eros, que no es otra cosa que ser feliz. Y para Sócrates, la felicidad o la dicha no tiene explicación, es un fin en sí misma.

Y luego aparece Alcibíades, totalmente borracho, aclamando a Sócrates como el maestro del Eros. 

Platón nació en Atenas en el 428 o 427 a.C. Fue un filósofo griego, discípulo de Sócrates y maestro de Platón. Fundador de la Academia, institución que continuaría su marcha a lo largo de más de novecientos años y a la que Aristóteles acudiría Estagira a estudiar filosofía alrededor del 367, compartiendo, de este modo, unos veinte años de amistad y trabajo con su maestro.
La mayor parte de su obra está escrita en forma de diálogo. 
 

Es una obra cortita, que recomiendo a todo el mundo, sobre todo si están empezando a leer clásicos, realmente van a disfrutarla.

Y eso es todo por la entrada de hoy. Espero les haya gustado la idea de esta nueva sección.

Nos leemos.

-Annie.